2.ª edición en alemán publicada en marzo 2023
1.ª edición en alemán publicada en septiembre 2022, ambas en Querverlag, Berlín
Traducción al italiano publicada por Graphofeel Edizioni, Roma, Navidad de 2023
La novela aún no ha sido traducida al español. Acabo de empezar a buscar una editorial española. Aquí puedes leer el avance del libro traducido por Augusto Gely Alonso.
Una novela sobre el paso a la edad adulta. Un fragmento de historia de la emigración. La heladería italiana, un punto de encuentro de culturas
A finales de la década de 1950, Luca, de 16 años, llega a Alemania para trabajar en verano en una heladería en Paderborn y ayudar así a su familia, compuesta por ocho personas en el norte de Italia. Bajo la perspicaz mirada de la Signora Colombo, Luca no tarda en conocer las fatigas de una semana laboral de siete días, pero disfruta las horas libres en un verano con muchos días de lluvia.
Una de esas tardes lluviosas se encuentra con Hans, un estudiante de bachillerato de su misma edad, conocido simplemente como el bel biondo entre las mujeres que atienden en la heladería. Superando todas las barreras lingüísticas, y con la ayuda de un diccionario italiano-alemán, los dos jóvenes van conociéndose más de cerca y encontrando juntos palabras para lo que, siendo quinceañeros, no saben aún designar.
En su densa atmósfera, Un verano de lluvia describe el mundo de los denominados Gastarbeiter, la inmigración tan característica de la posguerra alemana, invitándonos a revivir aquella época desde una perspectiva absolutamente singular.
Luca y Hans estaban sentados en el sofá cerca uno del otro, pero aun así a Luca le parecía estar mirando desde muy lejos, tal como había ocurrido en el banco del parque en la zona de las fuentes del Pader, aquel día a la vista de los paseantes, y hoy, pese a la calidez y comprensión de esta otra mirada, bajo la de la madre de Hans.
—Qué pena que el verano haya sido tan malo para vosotros en la gelateria, pero por otra parte así habéis podido pasar tanto tiempo juntos —le dijo Brigitte a Luca, y a continuación lo tradujo para Hans.
—Sí, es verdad —dijo Hans mirando a Luca.
—Hans me ha enseñado muchas cosas de Paderborn, con él he podido así aprender alemán más rápido —repuso Luca.
—Espera, voy a traducírselo a Hans —se ofreció al momento Brigitte. Luca siguió hablándole a Hans, haciendo pausas para que Brigitte pudiera traducir.
Mientras hablaba y aguardaba a que Brigitte tradujese, él y Hans se miraban. Los ojos de ambos hablaban otro idioma, pronunciado a la vez que la palabra hablada. Completamente aparte del italiano y del alemán, era un tercer idioma que solo ellos entendían. Y ni él ni Hans tenían disponibles ni siquiera todas las posibilidades del lenguaje gestual para decirse que se iban a echar de menos. Eran nada más que sus ojos los que señalaban y traducían entre las líneas, las frases y los idiomas. La única válvula de escape para las emociones que, tal como habría hecho la gata en el jardín si se le hubiera acercado otro animal peligroso de más tamaño, se escondían agazapadas tras el diccionario en la mesilla de Luca, los paseos por las fuentes del Pader y los ratos nadando en la piscina Kaiser Karl.
Marcello Liscia nació en 1971 en Paderborn. Su elemento natural ha sido desde siempre el lenguaje –sea escrito o hablado–, al que pudo conceder espacio también, y en particular, durante sus estudios universitarios de filología inglesa y francesa. Trabaja desde hace más de 20 años como asesor, formador y coach de personal directivo en toda Europa. Marcello vive hoy en Salzkotten, localidad de Westfalia cercana a Paderborn, y, cuando no está escribiendo un nuevo libro, se ocupa junto con su marido Jan de unas 20 colmenas de abejas.
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